Yo misma.
Yo misma soy mi propia losa. Aplasto las cenizas que hizo el fuego al prender mi alma. Soy mi peso, su peso.
Admiro la belleza y la corrompo.
Víctima de todo, mi propio verdugo.
No hay miedo en mí, sí error, fallo del alma.
En mi confusión no cabe la insidia, no conozco su color, y aún así lo tiño todo. No sé morder mi lengua, se me desboca el corazón a cada paso.
Aspera flor alejada de jardines, solitaria, abandonada.
Nada espero, hace tiempo visité el país de los parias y olvidados.
Rompo los moldes corteses apareciendo desconsiderada.
Como animal lastimado me comporto, y en mi soledad camino como un perro arrengado.
Olvidada de mi estrella, aún me late el corazón cuando amo.
Ácido que despuebla, es este desgarro que no se ha zurcido.
Sakkarah
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